Hay locuras... que no vale la pena curar

¿Quién le cuelga una etiqueta a mi locura?
¿Quién le dice a mi cordura que está sana?
¿Quién? ¿Quién se atreve?

Esas voces me persiguen, me perturban, me acorralan.
Y mientras acelero el paso para huir de ellas,
siento que me pierdo en el camino.

¿Cómo sé si mi llanto tiene razón de ser,
si mi cabeza al despertar es una amalgama de pensamientos?

¿Cómo sé si mi risa es coherente, cuando río sin sentido
y siento felicidad?

¿Cómo sé si la realidad es el presente que vivo,
o por el contrario la que me ofrece mi sueño?

Puedo estar confundida,
puedo adaptarme a esta vida,
puedo pensar que esas voces
son del alma que me habita.


El futuro incierto me asusta y no quiero pensar en el.
Pero el tiempo acelerado hace que no pueda evitarlo.
¿Quién no piensa en todo eso?

Las ausencias, la soledad, las distancias,
los ruidos, los silencios, oscuridades, destellos;
esa opresión en el pecho… esa urgencia por vivir y resolver.

¿Quién le cuelga una etiqueta a esta nacida enferma?
¿Quién se atreve a llevarme a una visita médica?
¿Quién se atreve a poner nombre a mis fantasmas?
Todo es parte de mi... locura, la que acompaña mi vida,
la que persigue mi nombre.

Y junto a este escrito una canción de Silvio que dice mucho

y una imagen graciosa de dos locas