Los ecos se registran en mentes viajeras...
Y entre lo cotidiano mis pasos me llevan al desorden de voces enredadas.
Palabras que se pierden, sílabas despedazadas
y huérfanas vocales; sonidos inconclusos que
hacen de mi viaje una lectura.
La música que escucho las dispersa. Con ellas me dispersa.Intento poner orden, recurro a la sintaxis y surgen emociones.
Aplico la gramática del alma. Son varias las razones.
Construyo alguna historia entre raíles, un cuento, una leyenda; y para mi sorpresa también algún poema, que hace de mi trayecto un grato recorrido imaginario.
muchas veces, esos viajes cotidianos, son algo mas que meros desplazamientos, besitos
ResponderEliminarPues yo tampoco lo he necesitado, el metro es todo un mundo que vibra por sí solo. Besos.
ResponderEliminarA otro nivel, claro, cuando me subo a la guagua, me puedo imaginar veinte mil historias con cada personaje que me acompaña, y, por supuesto, no hace falta coger un libro en el trayecto. Abrazos
ResponderEliminarAlgo que nos une verdad? la gramática del alma, escribimos, dibujamos historias de nuestros compañeros de viaje, y a veces, hasta nos pasamos de parada...
ResponderEliminarBesicosssssssssss
Encarna
Felicidades, sigue con esa eterna sornrisa que tantos corazones llena.
ResponderEliminarUn besote, de las dos.
Paso a dejarte mis felicidades en tu día. Abrazos
ResponderEliminarIsobel, Isabel, Ligia, Manica mía, Dintel...
ResponderEliminarlo cotidiano es nuestro modo de vida, solo tenemos que encontrar la manera de no hacerlo rutinario.
GRACIAS POR VUESTRAS FELICITACIONES!!!
HOY HA SIDO UN DIA ESPECIAL Y ESPERO QUE MAÑANA, PASADO Y AL OTRO MÁS,
Nos veíamos a través del reflejo de la ventanilla del vagón del metro. Día a día. Nos mirabamos, como si el reflejo nos retirara la timidez. Un día detrás de otro...a la misma hora, en el mismo vagón, con los libros en la mano. Ella de uniforme. Yo con mis vaqueros eternos.
ResponderEliminarCuando llegaba el vagón a mi estación, ella me buscaba con su vista entre el resto de viajeros que esperaba en el andén. Si nos cruzabamos la vista, ella disimulaba, pero se ponía roja como un tomate. El cortejo de miradas reflejadas bajo los negros túneles de Madrid duraron los dos ultimos años del bachillerato y el COU.
Hoy he ido en metro a la puerta del Sol y según he entrado al vagón he reconocido su mirada. Después de 25 años sin verla, me he atrevido a saludarla...hemos comido juntos y nada mas llegar a casa... he decidido contartelo.
Saludos.
Me gusta tu blog. Volveré a leerte.
Buenas fotos!! excelente blog!!
ResponderEliminarhttp://balapertotarreu.blogspot.com
Frank